Una trama dispuesta a abrir ojos y corazones
El largometraje estadounidense fue codirigido por Cathy Allyn y Nick Loeb. Este último, encarna el papel del Dr. Bernard Nathanson, médico abortista conocido por realizar más de setenta mil abortos. Con el paso del tiempo y la aparición de nuevas tecnologías, del ecógrafo especialmente, Nathanson comprobaría por sí mismo la presencia de la vida en el feto humano, convirtiéndose así al catolicismo y en activista provida.
Contra el Dr. Bernard Nathanson se posicionó en el caso la Dra. Mildred Jefferson, la primera mujer afroamericana que se graduó en la Facultad de Medicina de Harvad. Este detalle no pasa desapercibido, si recordamos la iniciativa que la fundadora de la Planned Parenthood, Margaret Sanger, puso en marcha en su momento: reducir el crecimiento de la población afroamericana a través de la legalización del aborto. Tan terrible como suena. Pero la película está dispuesta a mostrar esta cruda cara del negocio e ideologías detrás del aborto.
El Dr. Nathanson se une a la causa de Sanger y junto a él, la activista feminista Betty Friedan. Éstos, utilizan a Norma Mccorvey, conocida como Jane Roe, para ganar el caso. En esta batalla legal, la Dra. Jefferson se une a un grupo católico y a ciudadanos provida. No obstante, como cuenta la sinopsis, “descubrieron que se enfrentaban a la revolución mejor financiada de la Norteamérica del siglo XX.”