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Conoce a María Teresa González, finalista de Enviados

La primera temporada de Enviados está rápidamente llegando a su fin. En este reality internacional de música católica, vimos durante más de dos meses, a los doce integrantes de la comunidad participar en distintos desafíos, tuvimos invitados especiales, cierres musicales maravillosos y muchos testimonios de estas personas comunes y corrientes que tienen un don y están dispuestos a ofrecerlo al Señor. María Teresa González es una de ellas.

Mate (como le gusta que la llamen), tiene 29 años, es Venezolana y vive actualmente en Madrid, España, junto a su esposo y su hijo de un año. Es periodista, profesión en la que trabajó muchos años en su tierra natal. Forma parte de la comunidad de Proyecto De Amor hace más de catorce años y la experiencia de aprender que su voz le pertenece a Dios está profundamente entrelazada con su vocación comunicacional.

Fe y trayectoria musical: dos aspectos íntimamente relacionados entre sí

Todos en su familia cantan. Sin embargo, y como muchos excelentes artistas, Mate nunca recibió educación musical formal. En cambio, se formó en su grupo de fe, Proyecto de amor, en la que a la par Dios iba moldeando su corazón. Allí aprendió a cantar y junto con su comunidad realizaron distintas grabaciones, performances y conciertos.

Eso ha sido lo más profesional que he hecho en cuanto a la música, pero siempre siempre acompañada de mis hermanos de comunidad. Y aprendiendo lo poquito que ellos también sabían, entre todos, eso ha sido el acercamiento de la música como tal, y no ha sido tan profesional pero ha sido muy enriquecedor”, nos explica.

Relocalizarse en una cultura diferente

Hace cinco años, y empujados por la difícil situación de su país de origen, Mate y su esposo decidieron relocalizarse en Madrid, la capital española. Allí, juntos, son emprendedores: dirigen dos restaurantes.

Además de buscar casa, y hacer planes económicos y laborales, María Teresa cuenta que ella se encargó de buscar y de rezar mucho por la posibilidad de vivir la fe en España tal como lo venía haciendo en Venezuela: “a mí me preocupaba mucho porque mi comunidad para mí es fundamental y super importante, yo desde los 14 años formo parte de proyecto de amor, y todo lo que he aprendido y lo que he vivido ha sido con ellos”, explica.

Un día, rezando en una iglesia a la que iba siempre en España, sintió algo muy particular: un sentimiento de familiaridad que la invadió por completo. Su anhelo más profundo, era tener una comunidad eclesial donde se sintiera “como en casa”, y ese fue precisamente el sentimiento que la invadió: se sentía como en casa.

Un tiempo más tarde conoció a un sacerdote llamado… ¡Amando Cantó! Mate cuenta que el nombre de este cura es una representación de su personalidad, pues aunque su altura sea imponente, es una persona realmente amorosa. Este y otros sucesos en conjunto fueron desencadenando la formación de una comunidad de Proyecto de amor, de la que ahora Mate y su familia forman parte allí, en España.

Participación en Enviados y proyecciones profesionales

Unos años atrás, y luego de apoyar a su marido en un proyecto que constituía un gran sueño para él, Mate le preguntó a su compañero de vida si él estaría dispuesto a acompañarla en el suyo. La respuesta, por supuesto, fue afirmativa. “Bueno, yo sueño con hacer música para Dios”, dijo.

Ya desde sus épocas de universidad Mate soñaba con comunicar para Dios. Y su pasión y don por el canto la llevaron a que ese sueño se reconfigurara en la realización musical para Dios. “Yo me siento como pez en el agua, en lo mío, a mí me encanta hacer música para Dios, pero sobre todo ver cómo la gente se transforma a través d ela música. Dios ha hecho tantas bendiciones en mí a través de la música, que yo digo esto lo tiene que sentir la gente también”, expresa.

En este sentido, cuenta que todas las clases recibidas en Enviados han sido una bendición, y que en especial las de Juan Delgado la han llevado a otro nivel en cuanto a la profesionalización.

En cuanto a su participación en Enviados, Mate se ha sorprendido positivamente. “He notado una evolución en mí, sobre todo en ver esta etapa de otra manera. Al principio, yo creo que me lo imaginaba simplemente como un concurso”, cuenta, y agrega que el nivel de profesionalismo del programa fue una de las cosas que más le gustaron de esta experiencia. “Ver que como Kairy, como Juan, como Jon, hay gente que vive de eso y se dedica a eso y es posible, te hace a tí pensar que hay que trabajar mucho para lograr eso”.

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