Desde Ac Play queremos presentarte en esta oportunidad al Padre Néstor Gallego, cantautor, de 64 años, sacerdote de la Arquidiócesis de Buenos Aires, Argentina, y actual capellán del Hogar de San José de la Montaña en la Ciudad de Buenos Aires.
Varias de sus canciones conforman el cancionero litúrgico: “Ustedes son mis amigos”, “En el nombre de Dios”, “Fiesta del Señor”, “Jesucristo danos de este pan”, “Madre de los peregrinos”, entre otras.
En esta entrevista, el Padre Gallego nos cuenta cómo desde temprano Dios fue despertando en él su don por la música al servicio de la evangelización, la potencialidad de este arte y la importancia de la formación.
¿Cómo fue desde su vocación sacerdotal vinculándose con la música?
Se dio con un viento favorable. Me tocó vivir una época muy linda de la Iglesia con muchos desafíos en lo que se refería a la música litúrgica y a la integración de los instrumentos que se usaban, ya en nuestra cultura, como era la guitarra. Era el momento en que la Argentina vivía su auge del folklore. En esos años 60 y 70 fue acompañando este proceso de cambio, el Concilio Vaticano Segundo que en 1962 editó su primer documento referido a la Sagrada Liturgia incluyendo en él, por primera vez, un capítulo entero referido a la música litúrgica. Todos estos sucesos culturales acompañaron mi proceso vocacional. Yo ya por esos momentos, tocaba la guitarra en misa y me dedicaba a formar coros que animasen la asamblea con el canto litúrgico. Ya se despertaban en mí estas ganas de ser cura que perduran al día de hoy.
¿La música fue un “descubrimiento” de esos años o ya era un llamado desde pequeño?
Me crie en un clima de música puesto que tenía varios tíos que eran músicos. Todos los domingos había música en la casa de mis abuelos y cuando nos juntábamos todos, éramos cerca de cincuenta y tres familiares, disfrutábamos cantando.
Recuerdo que a los seis años quise estudiar piano, pero como vengo de una familia muy humilde, en aquel momento junto con un primo mío nos compraron dos acordeones a piano para que comenzáramos nuestros estudios de música. Allí comenzaron también mis primeros conciertos familiares.
A los diez años me integré a un coro de niños que dirigía el Padre Chiesa en Santa María de los Ángeles. Hicimos recorridas por diferentes países de Latinoamérica y muchas actuaciones. Eso me hizo perder el miedo al escenario. Fue un coro muy reconocido de niños.
Ya estando en el colegio primario y secundario tuve la posibilidad de formarme con algunos hermanos religiosos de la Sagrada Familia que eran muy buenos músicos en lo que refiere al folklore. Con ellos, hicimos un primer quinteto que se llamó “Los romanceros”. Participamos de muchos festivales y ganamos varios premios. Con ellos también grabé mi primer acetato en los antiguos estudios de TNT.
Ya en el secundario, formé mi propio quinteto que se llamó “Signo” y hasta el día de hoy lo seguimos manteniendo. Éramos amigos de la escuela y a la vez participábamos en un grupo de jóvenes de la parroquia Nuestra Señora del Carmen en Villa Urquiza. Dos llegamos a entrar al seminario y hoy somos sacerdotes.
¿Cómo han sido esos primeros años en el seminario?
Para toda mi camada de seminaristas fue un gran desafío formase en música litúrgica para animar la participación del Pueblo de Dios. Varios de mis compañeros tenían talentos artísticos. Teníamos poetas e instrumentistas de todo tipo: pianistas, uno tocaba la flauta traversa, organistas, un bajista y hasta un gran entendido de la música rock con guitarra eléctrica. Con ellos surgió una Cantata Mariana que se llamó “Alégrate Madre Nuestra” y que sirvió para convocar a muchos jóvenes en Buenos Aires. En ese momento estaba en auge la Pastoral Juvenil y nunca me voy olvidar del famoso encuentro en Obras Sanitarias que era en ese momento “El Palacio del Rock” (así lo llamaban) donde juntamos 7500 jóvenes provenientes de distintas parroquias y movimientos. Para la oportunidad se grabó íntegramente la Cantata Mariana en los estudios de ATC
Luego, ya finalizado mis años en el seminario, tuve la oportunidad de ir a perfeccionar estudios en Alemania durante cinco años: estudiar órgano, piano, armonía y dirección coral. Pude agregar a mi talento natural lo que da la ciencia.
¿Cómo surgió “La Pasión” musicalizada?
La composición de toda la obra fue un proceso de doce años. El primer tema surgió no pensando en la Pasión, sino dedicado a la camada anterior del seminario cuando se ordenaban de sacerdotes. Allí surgió la canción “Ustedes son mis amigos”. Luego fue surgiendo el proyecto de a poco. Cuando vimos el efecto evangelizador que había tenido la Cantata Mariana decidí componer una obra musical que resumiera el anuncio del Kerigma. Así fue que la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús, se transformaron en el argumento de esta nueva obra que se conoció con el nombre de “La Pasión” .
Anduvimos por todo el país y aún hoy esta obra sigue teniendo sus ecos y se revive en cada Semana Santa en distintos pueblos y ciudades del interior. Lo que quisimos hacer con la Pasión fue generar una serie de canciones accesibles y fáciles de interpretar, así como también una banda de música grabada que sostuviera el canto de quienes desearan interpretarla.
Sus canciones forman parte del cancionero litúrgico ¿Por qué cree que tuvieron y tienen esa “llegada”?
Algunas de las canciones que produje son conocidas, no todas. Algunas creaciones musicales se van conociendo luego de muchos años y eso es necesario, porque ese tiempo que transcurre entre el nacimiento de una canción y su aceptación, lo va dando la gente, el Pueblo de Dios. Si le gusta o no, si expresa su espiritualidad, si les sirve para dar gloria Dios o para crear un clima de oración. Las personas ponen el sello o la firma a las obras musicales que uno hace.
No todo es conocido y existen canciones que se van probando porque la música se va haciendo en el camino. Los pueblos van cambiando, las culturas se van transformando, los jóvenes van mutando y el tipo de música también. No es lo mismo escribir algo para jóvenes o mayores.
Creo que la música es entre las artes, la primera que ingresa en el campo de la percepción humana y además tiene una fuerza pedagógica impresionante porque va acompañando las distintas edades de la vida. Es una música la que nos gusta cuando somos niños, otra cuando somos jóvenes y otra diferente, cuando somos adultos. La música acompaña las distintas etapas de la vida y es un potente lenguaje que va mucho más allá de las palabras.
Desde su experiencia ¿Qué mensaje le puede dar a los jóvenes interesados en misionar con la música?
Que se formen, que dediquen pasión y esfuerzo. La música es más que un entretenimiento, implica responsabilidad y trabajo para desarrollar ese talento que Dios le ha dado.
Es la música la que les va a dar las herramientas para poder llegar al corazón de la gente. Es necesario no sólo llegar a la razón, con el contenido de la evangelización, sino principalmente al corazón. Si logramos evangelizar el corazón de una persona hemos logrado todo lo que el Señor nos pide.